La historia de Italia durante la Primera Guerra Mundial comenzó con el país neutral en la «Gran Guerra».[1] Entró en ella en mayo de 1915,[2] con el objetivo de completar la unión de los territorios de población mayoritariamente italiana y de conseguir fronteras de más fácil defensa.[3] Había negociado con los dos bandos, pero las conversaciones con los Imperios centrales fracasaron debido a lo exiguo de los territorios que estos le ofrecieron a Italia y por el desacuerdo sobre cuándo los obtendría.[4]
La inicial acometida italiana de 1915 contra las defensas austrohúngaras en el río Isonzo fracasó.[5]
En el frente austro-italiano, se libraron doce batallas en el frente del río Isonzo, que concluyeron con un fracaso de las ofensivas italianas en octubre de 1917.[6] En mayo y junio de 1916, los austrohúngaros atacaron a los italianos en el Trentino, pero también sin conseguir avanzar.[7]
En octubre de 1917, el Ejército italiano quedó temporalmente desbaratado por las graves derrotas de Caporetto y del Isonzo.[1] Para sostener al país, los Aliados le enviaron un cuerpo expedicionario.[6] El descalabro de Caporetto supuso un punto de inflexión para Italia: la guerra ofensiva que se había sostenido de 1915 hasta entonces se transformó en defensiva.[8] En el conjunto de los Aliados, la derrota de Caporetto y la consecuente pasividad militar durante casi un año hizo del país un miembro secundario, dominado por los más poderosos.[8]
En vísperas del final de la guerra, en octubre de 1918, Italia emprendió una nueva ofensiva contra los austriacos, que sería una victoria definitiva: la batalla de Vittorio Veneto.[6]
Las derrotas militares llevaron a que, pese a contarse entre los vencedores de la guerra, el país no obtuviese las metas esperadas de la Conferencia de Paz de París.[1] La contienda le costó al país más de un millón cien mil bajas, entre muertos y heridos.[9]
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